Alessandra Tenorio. Porta/Retrato.
Campo de Gules, Lima, 2005. 31 pág.
Campo de Gules, Lima, 2005. 31 pág.
He perdido los primeros tres años
de mi vida
se los llevó algún mercenario de recuerdos
¿cómo sabré quién debo ser ahora?
Recordar es como abrirse un agujero entre ojos, porque, la memoria, dicen los poetas, no es más que un largo pasadizo abierto por una herida y cerrado por otra. Algo parecido podemos decir del poemario Porta/retrato de Alessandra Tenorio, joven y talentosa poeta; además de infatigable animadora cultural que ha emprendido un difícil recorrido: viajar por sus más cálidos recuerdos familiares.
Alessandra Tenorio, todavía estudiante, lideró el grupo poético Colmena integrado por alumnos de literatura de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional Federico Villareal. Porta/retrato (2005) es el primer poemario de su carrera literaria; sin embargo, poemas suyos han venido siendo publicados anteriormente en plaquetas, antologías y revistas culturales, tanto del medio como extranjeras. Tenorio es, actualmente, coordinadora cultural de la Casona de San Marcos y colaboradora de la sección literaria de el diario La Razón. Asimismo, es parte del grupo editorial Campo de Gules
Este libro es la brillante culminación de su propuesta poética, ya que en él se percibe la sobriedad, la constancia temática y la precoz madurez espiritual adquirida en estos años. Entre las múltiples virtudes que el texto presenta encontramos algo que destaca sobre todos: la imagen de la familia. Es cierto que sobre la familia existen incontables poemas –tendríamos que hacer un recuento desde César Vallejo hasta José Watanabe– pero poemarios completos dedicados a este tema son escasos. Porta/Retrato se muestra con una temática familiar extensa, progresivamente deslizable, ampliable, que abarca un entorno no consanguíneo, de esos que a veces no entran en las fotografías usuales de la familia. Alessandra ha recogido esos recuerdos que construyeron su entorno familiar extendido.
La familia es, recordemos, el primer agente de socialización, es decir, la primera instancia en donde el individuo adquiere los símbolos culturales y los imperativos que condicionan su comportamiento y su interacción posterior. Y esto es de vital importancia en las circunstancias actuales, porque esta institución producto de la modernidad, pilar fundamental del estado-nación, bastión y símbolo de la burguesía se encuentra en crisis, asediada, como está, por nuevos e inéditos modos de vinculo social que trae la vida contemporánea.
Pero, se debe aclarar que para Tenorio, la familia parece ser un concepto abarcador donde incorpora fraternalmente a compañeros, amigos y maestros –sin jerarquías, ni falsas condescendencias– al lado de hermanos, tías, padres y abuelos, en conjunto, como si fuesen amigos elegidos libremente o pares espirituales (ver la dedicatoria de la última hoja). Entonces, la autora, pareciera apostar decididamente por un ethos solidario, por una suerte de práctica inclusiva, un abrazo al mundo entero y una pedagogía de la afectividad y el compañerismo.
Por otro lado, un acierto adicional, es el título del libro, por el sentido insospechado de la palabra Porta/retrato. Aunque el uso del portarretrato se ha difundido y es uno más de los tantos objetos cotidianos que nos rodean, su principal función –a veces inadvertida– es individualizar las imágenes: aislar un retrato con el fin de particularizarlo, hacerlo único, integrarlo al universo cerrado de las evocaciones. Porque las evocaciones vienen revestidas de un aura, una emoción, un sentimiento o recuerdo que la hicieron irrepetible; y así se singularizan, se destacan de entre los padres, los hijos lejanos, los esposos perdidos, las tiernas abuelitas que nos hacían jugar incansables en la infancia y que, a lo mejor ausentes hoy, nos contemplan desde la cómoda, el velador o los álbumes personales.
Porque, portaretrato, según el diccionario, es el marco que sirve para poner retratos en él. Entonces, el poemario, en conjunto, funciona como un espacio que divide en dos el mundo de la autora: el espacio familiar (concepto generoso de familia, como ya se anotó) frente al espacio ajeno. El refugio, frente al inagotable caos de los espacios abiertos. El hogar, la casa frente al desorden desquiciante de la ciudad. El hondo significado de esta realidad textual se intensifica con las descripciones: la atmósfera nostálgica que rodea a padres, tíos y abuelos frente al tráfico, los bocinazos y la masa trepidante que recorre el paisaje urbano.
Además de eso, recordemos que retrato proviene del italiano retractus que significa representación hecha de un rostro o una persona entera. Precisamente esta característica se hace patente a lo largo del libro; poemas que más parecen visualizados, antes que leídos. Leer cada página es asomarse a una galería de imágenes memorables congeladas en el momento exacto en que la vida se hace remembranza.
Asimismo, Porta
Hablar de Porta/Retrato es hablar de toda aquella familia que alguna vez existió generosamente a-m-p-l-i-a-d-a. Recordar aquellos momentos y desafiar el espacio-tiempo para regresar con cada uno de ellos. Regresar y con una pincelada de versos. Poesía que encuentra su propia esencia en la liberación acompañada del yo poético. La poesía de Alessandra es ella misma. Los que sabemos de ella y formamos parte de esa familia ampliada, damos cuenta de eso.
Alessandra Tenorio, todavía estudiante, lideró el grupo poético Colmena integrado por alumnos de literatura de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional Federico Villareal. Porta/retrato (2005) es el primer poemario de su carrera literaria; sin embargo, poemas suyos han venido siendo publicados anteriormente en plaquetas, antologías y revistas culturales, tanto del medio como extranjeras. Tenorio es, actualmente, coordinadora cultural de la Casona de San Marcos y colaboradora de la sección literaria de el diario La Razón. Asimismo, es parte del grupo editorial Campo de Gules
Este libro es la brillante culminación de su propuesta poética, ya que en él se percibe la sobriedad, la constancia temática y la precoz madurez espiritual adquirida en estos años. Entre las múltiples virtudes que el texto presenta encontramos algo que destaca sobre todos: la imagen de la familia. Es cierto que sobre la familia existen incontables poemas –tendríamos que hacer un recuento desde César Vallejo hasta José Watanabe– pero poemarios completos dedicados a este tema son escasos. Porta/Retrato se muestra con una temática familiar extensa, progresivamente deslizable, ampliable, que abarca un entorno no consanguíneo, de esos que a veces no entran en las fotografías usuales de la familia. Alessandra ha recogido esos recuerdos que construyeron su entorno familiar extendido.
La familia es, recordemos, el primer agente de socialización, es decir, la primera instancia en donde el individuo adquiere los símbolos culturales y los imperativos que condicionan su comportamiento y su interacción posterior. Y esto es de vital importancia en las circunstancias actuales, porque esta institución producto de la modernidad, pilar fundamental del estado-nación, bastión y símbolo de la burguesía se encuentra en crisis, asediada, como está, por nuevos e inéditos modos de vinculo social que trae la vida contemporánea.
Pero, se debe aclarar que para Tenorio, la familia parece ser un concepto abarcador donde incorpora fraternalmente a compañeros, amigos y maestros –sin jerarquías, ni falsas condescendencias– al lado de hermanos, tías, padres y abuelos, en conjunto, como si fuesen amigos elegidos libremente o pares espirituales (ver la dedicatoria de la última hoja). Entonces, la autora, pareciera apostar decididamente por un ethos solidario, por una suerte de práctica inclusiva, un abrazo al mundo entero y una pedagogía de la afectividad y el compañerismo.
Por otro lado, un acierto adicional, es el título del libro, por el sentido insospechado de la palabra Porta/retrato. Aunque el uso del portarretrato se ha difundido y es uno más de los tantos objetos cotidianos que nos rodean, su principal función –a veces inadvertida– es individualizar las imágenes: aislar un retrato con el fin de particularizarlo, hacerlo único, integrarlo al universo cerrado de las evocaciones. Porque las evocaciones vienen revestidas de un aura, una emoción, un sentimiento o recuerdo que la hicieron irrepetible; y así se singularizan, se destacan de entre los padres, los hijos lejanos, los esposos perdidos, las tiernas abuelitas que nos hacían jugar incansables en la infancia y que, a lo mejor ausentes hoy, nos contemplan desde la cómoda, el velador o los álbumes personales.
Porque, portaretrato, según el diccionario, es el marco que sirve para poner retratos en él. Entonces, el poemario, en conjunto, funciona como un espacio que divide en dos el mundo de la autora: el espacio familiar (concepto generoso de familia, como ya se anotó) frente al espacio ajeno. El refugio, frente al inagotable caos de los espacios abiertos. El hogar, la casa frente al desorden desquiciante de la ciudad. El hondo significado de esta realidad textual se intensifica con las descripciones: la atmósfera nostálgica que rodea a padres, tíos y abuelos frente al tráfico, los bocinazos y la masa trepidante que recorre el paisaje urbano.
Además de eso, recordemos que retrato proviene del italiano retractus que significa representación hecha de un rostro o una persona entera. Precisamente esta característica se hace patente a lo largo del libro; poemas que más parecen visualizados, antes que leídos. Leer cada página es asomarse a una galería de imágenes memorables congeladas en el momento exacto en que la vida se hace remembranza.
Asimismo, Porta
Hablar de Porta/Retrato es hablar de toda aquella familia que alguna vez existió generosamente a-m-p-l-i-a-d-a. Recordar aquellos momentos y desafiar el espacio-tiempo para regresar con cada uno de ellos. Regresar y con una pincelada de versos. Poesía que encuentra su propia esencia en la liberación acompañada del yo poético. La poesía de Alessandra es ella misma. Los que sabemos de ella y formamos parte de esa familia ampliada, damos cuenta de eso.
Luis Miguel Cangalaya Sevillano
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